viernes, 19 de junio de 2020

GAITA "RABIL"

Voy a tocarte la gaita para que se escuche nuestra melodía  en toda la casa. Empezaré con mis labios, que besarán el soplete por el que entrará el aire y cuando tenga el fuelle hinchado, pleno, el roncón se hará sentir con su sonido grave, marcando la escala. Luego mis dedos, finos y ligeros,  recorrerán una y otra vez el puntero, firme y enhiesto, hasta que salgan todas las notas como un tornado musical, una detrás de otra. Do, mi, sol, do, mi sol, do, mi, sol, faaa, re... Re, mi, fa, re, mi, fa, re, mi, fa, miii, do...
Te pondré a tono la payuela,  y así no desafinarás nada ni te quedarás sin sonido a la mitad de la función. Te dejaré la presión justa para que la canción sea uniforme y no pierda fuelle de repente, para que no se acabe todo antes de tiempo. También pondré el payón a la medida y el Do grave del roncón inundará el aire de la estancia mientras tu y yo compartimos esta melodía alegre y rápida .
Inflaré el fuelle de tu pecho para que la gaita no se quede vacía y deje de sonar o baje el tono. Y conseguiré un concierto nocturno lleno de canciones, con breves descansos para que la humedad no haga estragos en el instrumento.

jueves, 18 de junio de 2020

DIGITALES

Ya no hay hombres reales, son todos seres digitales. No se acercan en persona, se esconden pertrechados en las redes sociales, solicitando "amistades" peligrosas. No te hablan a la cara sino a través del mesenger. No muestran su verdadero rostro, se ponen una mascara que se cae al primer vistazo, carnaval todo el año que diluye su personalidad y los convierte en tristes y patéticos personajes. No te llaman para verte, se limitan a mensajes de whatsapp y solo cuando les apetece. Si les conectas de la misma manera te dejan en "Vista", rayita azul y desaparecen, cobardes...
Ya no hay hombres valientes que se arriesguen al contacto directo y continuo, a conocerte como persona, no solo como pubis andante, que temen quedar para tomar un café o una cerveza, o ir a un concierto juntos, al cine, a viajar acompañado, a tardes de abrazos y besos de verdad, con labios, no solo con lengua.
Ya no hay hombres de verdad, hay niños viejos, cómodos y cobardes, conformistas de encuentros breves y rápidos para desahogos sexuales mediocres y cortos y "si te he visto no me acuerdo" hasta el próximo calentón.
 Ya no hay hombres honestos, que vayan de frente, que digan de verdad, lo que quieren, aunque con esa verdad se arriesguen a no conseguirla. Que no tengan temor a decir lo que sienten y a sentir algo más que una picazón entre las piernas. Sólo hay inmaduros que mienten para intentar llevarte al huerto y luego se excusan en su falta de promesas, minusválidos emocionales que no saben enfrentarse a sus carencias físicas y mentales, que tienen miedo a mirarse en el espejo de la sinceridad para no encontrar una imagen llena de mierda y mentiras que en nada se parece a un hombre.