sábado, 4 de enero de 2020

Erotismo literal

    Se dirigió al estante y deslizó el libro de su escondite. Retomó la lectura en el punto donde todo empezaba... El ambiente, la situación, los personajes, la puesta en escena... Pronto se vio inmersa en una ola de deseo que fue creciendo como un tsunami.
     Recordó  la primera vez que había leído aquellas líneas llenas de erotismo: estaba en un prado tomando el sol, rodeada de gente y no podía dar rienda suelta a sus ganas. Fue ese día cuando descubrió hasta donde podía llegar. En su casa hubiera recurrido a acariciarse hasta alcanzar el clímax, pero allí, rodeada de personas, no podía. Sin embargo, eso sirvió para descubrir algo de sí misma que desconocía.
    Y ahora, en la intimidad de su casa, repetía la experiencia porque le hacía sentir poderosa, conocedora de su cuerpo y de las posibilidades insospechadas que poseía. Siguió leyendo, concentrada en las sensaciones que las palabras despertaban en su piel, en sus entrañas, sin moverse, sin tocarse siquiera. No necesitaba a nadie, ni a su mano, solo con su mente, imaginando aquello que leía y sintiéndolo físicamente con una intensidad desbordante. Y al final llego todo, una marejada de éxtasis que la inundó y por la que surfeó una oleada tras otra,durante varios minutos eternos hasta llegar a las orillas de la satisfacción conseguida. No necesitaba penes, ni manos, ni lenguas... Solo necesitaba palabras impresas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario